sin embargo, durante la crucifixión estaba sucediendo más de lo que los ojos podían ver. Dios estaba llevando a cabo su plan para salvar a la humanidad, dando todo lo que necesitamos para la salvación.
Redención. Jesús pagó el precio total
de la deuda que debíamos por nuestra transgresión: la muerte. El pago
que hizo nos hace libres de la esclavitud del pecado.
Perdón. Dios podía ahora eximirnos del castigo que merecíamos.
Propiciación. El pago que hizo Cristo satisfizo al Padre porque cumplió con su demanda de justicia, y eso le permitió a él perdonarnos.
Justificación. Gracias al sacrificio
de Jesús, ahora el Señor declara inocentes a los creyentes. Aunque
seguiremos pecando en esta vida terrenal, nuestra posición delante de
Dios es de justicia. Es una declaración legal que jamás puede ser
revocada.
Reconciliación. La barrera de pecado
que nos separaba del Padre fue quitada por la muerte de Cristo en
beneficio nuestro. Ahora somos hijos de Dios; tenemos libre acceso a él y
comunión con él.
La crucifixión era la única manera de
salvar a la humanidad perdida. De haber habido otra manera, la cruz
habría sido una horrible exhibición de crueldad. Pero, ya que había
tanto en juego, eso puede llamarse en verdad el acto de amor más grande,
tanto del Padre como del Hijo.
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